Siempre me gustó releer en el verano, elegir la mejor compañía en los viajes, ver como los libros cambian con los años, según el momento en el que se lean.
Este verano me recuerda al de hace cinco años, a veces cuanto más tiempo pasa más miedo se tiene, pero esta vez si tengo con que arroparme.
[...] así que, por unas cosas o por otras, leer era acceder a un terreno en el que se ingresaba con esfuerzo, emoción y destreza, terreno amenazado y siempre a conquistar, a reinventar y defender, y años más tarde supe que la puerta de ingreso a este recinto, además de secreta debía ser empujada preferentemente de noche, como la del amor, y llegué a identificar el bebedizo de la lectrua con el de la noche, les reconocía un sabor parecido, idéntico misterio, pero leer de noche no pude en mucho tiempo porque aquí hasta después de la guerra no pusieron luz eléctrica, nos alumbrábamos con carburo; de manera que en cuanto atardecía había que dejar las historias a medias y empezaba la hora de ponerse a rumiarlas y a vivir en su estela, la hora de dar un paseo, de ayudar a mamá y a Juana en sus labores, de jugar por el pueblo con los niños, la hora de robar uvas en las viñas de cerca de la iglesia y de escaparse al monte, de subirse a los muros, a los árboles y a las peñas difíciles mientras la luna se cuajaba. La luna era bandera de la noche, diosa desafiante y le gustaba poco a la gente de bien , la miraban con recelo y en cuanto podian la desprestigiaban; [...] el sol daba la fuerza y la esperanza y la luna la duda y la zozobra, [...] , y yo con el sol, aunque me gustaba, tenía una relación de desafío, de contraste, como si le dijera:”tú ahí y yo aquí, yo soy mi tiempo y mi sangre y mis proyectos, soy algo que tú iluminas y contorneas”, pero a la luna me fundía y me abandonaba, podía hacer de mi lo que quisiera y siempre ha conocido su poder, me puede hacer perder hasta la memoria y la dignidad, las riendas de mi vida, insufla y apadrina en mí los más inesperados trastornos y lo sabe . Y así ocurría muchas veces que me quedaba sola en un lugar cualquiera, sin enterarme de que los demás se habían ido, clavada allí desde que las nubes perdían sus últimos resplandores malva y ella se entronizaba lentamente oscureciéndolo todo en torno y yo bajo su halo, perteneciendo ya sólo a su influjo, hasta que de improviso me oía llamar a voces por mi nombre, me buscaban con susto y era oírlos exactamente igual que despertar, [...], que, por cierto, hay luna llena esta noche; tardaba un rato en reconocer el lugar y los rostros, me había olivdado de todo y a aquella sensación le llamaba “mi fuga”, pero no siempre la sentía llegar, no siempre me daba tiempo a darle nombre, a decir “ya me viene la fuga”, sino que estaba sin más en aquella otra orilla no sé como ni desde cuándo, como pasa al dormirse. [...] lunera, sí, marcada por la luna.
RETAHÍLAS “Carmen Martín Gaite”
Parece que Hanne se pasó dos años andando en bici por Oslo coleccionando sonidos y vivencias, antes de sacar su primer album Little things.
"On top they had jams on wine glasses, banjo, fiddle, accordion and dish washing brushes as well as contributions from visiting musicians from bands such as Jaga Jazzist, Madrugada, Shining, Kiruna and Exploding Plastix. Her debut "Little Things" came spring 2004 and was released world-wide summer 2005. A unique sound has developed around Hanne’s gentle, soothing voice. It’s not jazz, not pop nor electronica, but a timeless mix of it all"
Cast Anchor Hanne HukkelbergOnce i had this urge to go sailingLeaving the shore in a boat of wood.Sailing, sailing on, all aloneI will cast anchor a place where it's calmAnd stay for a whileSit back and wonder how things are down under and smileNot the urge to go somewhere elseNot the urge to blow awayNot the urge to travel farBut the urge for standstillI can imagine the fine weatherSunrays' playing between kind wavesA jumping fish says hello and the birds are singing