jueves, enero 22, 2009

En el café de la juventud perdida



Me ha fascinado como empieza esta novela, y me imagino a Louki con la cara de la asidua al Moulin de la Gallete de Ramon Casas.
Nunca he estado en París, no se porque pero en mi lista de ciudades no está de las primeras, en el fondo lo que quiero es que me lleven y así van pasando los años sin ir.

En el café de la juventud perdida, Patrick Modiano

De las dos entradas del café, siempre prefería la más estrecha, la que llamaban la puerta de la sombra. Escogía la misma mesa, al fondo del local, que era pequeño. Al principio, no hablaba con nadie; luego ya conocía a los parroquianos de Le Condé, la mayoría de los cuales tenía nuestra edad, entre los diecinueve y los veinticinco años, diría yo. En ocasiones se sentaba en las mesas de ellos, pero, las más de las veces, seguía siendo adicta a su sitio, al fondo del todo.
No llegaba a una hora fija. Podía vérsela ahí sentada por la mañana muy temprano. O se presentaba a eso de las doce de la noche y se quedaba hasta la hora de cerrar. Era el café que más tarde cerraba en el barrio, junto con Le Bouquet y La Pergola, y el que tenía una clientela más peculiar. Ahora que ha pasado el tiempo me pregunto si no era sólo su presencia la que hacía peculiares el local y a las personas que en él había, como si lo hubiera impregnado todo con su perfume. (pag 9)

Con frecuencia me he preguntado si algún conocido suyo le habló de Le Condé antes de que entrase por primera vez. O si alguien había quedado con ella en aquel café y no se había presentado. Entonces, a lo mejor lo que pasó fue que se apostó allí día tras día, noche tras noche, en su mesa, con la esperanza de volver a encontrarlo en aquel lugar que era el único punto de referencia entre ella y el desconocido. No habia ninguna otra forma de localizarlo. Ni dirección. Ni número de teléfono. Solo un nombre. Pero también es posible que hubiera ido a parar alli por casualidad, como yo. Andaba por el barrio y debía guarecerse de la lluvia. Siempre he creído que hay lugares que son imanes y te atraen si pasas por las inmediacaiones. Y eso de forma imperceptible, sin que te lo malicies siquiera. Basta con una calle en cuesta, con una acera al sol, o con una acera a la sombra. O con un chaparrón. Y te llevan a ese lugar, el punto preciso en el que debías encallar. Me parece que Le Condé, por el sitio en que estaba, tenia ese poder magnetico y que, si hiciéramos un cálculo de probabilidades, el resultado lo confirmaría: en un perímetro bastante amplio, era inevitable derivar hacia él. Lo digo por experiencia. (pag 15)

Sí, empezó a venir a Le Condé en otoño. Y seguro que no fue por casualidad. A mi nunca me ha parecido el otoño una estación triste. Las hojas secas y los días cada vez más cortos nunca me han hecho pensar en algo que se acaba, sino más bien en una espera de porvenir. Hay electricidad en el aire de París en los atardeceres de octubre, la hora en que va cayendo la noche. Incluso cuando llueve no me entra melancolía a esa hora, ni tengo la sensación de que el tiempo huye. Sino de que todo es posible. El año comienza en el mes de octubre. Empiezan las clases y creo que es la estación de los proyectos. (pag 20)

En esa vida que, a veces, nos parece como un gran solar sin postes indicadores, en medio de todas las líneas de fuga y de los horizontes perdidos, nos gustaría dar con puntos de referencia, hacer algo así como un catastro para no tener ya esa impresión de navegar a la aventura. Y entonces creamos vínculos, intentamos que sean más estables los encuentros azarosos. (pag 44)

Jacques Brel - Je ne sai pas

Jacques Brel -Litanies pour un retour

3 comentarios:

txarls dijo...

Mil gracias por lo del spotify.Es una maravilla,tienes razón hay de todo.Estoy entusiasmado con la lectura de "El consuelo",me está gustando mucho y eso que voy poco a poco porque no me gusta devorar los libros en 3 días.Me apasiona todo lo que artisticamente nos llega de Francia,no sé muy bien porqué,su música,su cine,su literatura...

Viola Tricolor dijo...

Si, la spotify está muy bien, ahora la tengo puesta con Benjamin Biolay que hacía años que no lo escuchaba.
Yo tuve que leerme muy rápido el consuelo porque tenia que devolverlo y preferia hacer eso que arriesgarme a no encontrarlo después, pero sí, me da pena que los libros que me atrapan se acaben pronto y procuro estirarlos. Por ejemplo Tokio Blues, me gustaba tanto que no queria terminarlo y casi tardé 3 meses en leermelo jaja, con las chicas Gilmore hice lo mismo y tarde meses en ver los 3 últimos capítulos... de pequeña también estiraba las chuches que me compraba los domingos jaja
Buen finde.

txarls dijo...

Jajaja,yo estiraba el presupuesto para chuches,que no es lo mismo.Con 50 pesetas compraba gominolas para una semana y así se me fueron cayendo los dientes de lo duras que se ponían.Si qué da pena que acaben las series que te gustan y los libros,verdad? buen finde a ti también.